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Mostrando las entradas de diciembre, 2006

La carta de Sabeli

El se quedó sentado mirando por la ventana, veía pasar sombras, cerca de la medianoche,incluso la de él, taciturno frente al espejismo mudo e inmóvil, incluso boquiabierto mientras se le caía la pena por la boca, el diafragma imparcial fragmentaba el sol del mar y los pasos por la arena que de tibia solo le quedaba el recuerdo... de esos ojitos bellos. A quienes canta en el tango inconcluso y detenido, con un poco de cigarro y papel blanco, infinito desierto de una propuesta,de un trato a medias penas, a media botella de distancia pensaba, entre un pesar de bajo vientre que escalaba por lugares abandonados y el silencio que se apegaba a su espalda trataba de escribir...se acercaba el temporal.

SALE

Lágrima testaruda desea hallar carta posiblemente escondida en cajón, para cura momentánea de sonrisa con poco uso, casi nueva, necesita rescatar a llanto inerte, para mas información, llamar a hombre indiferente que busca recompensa.

Santiago

Amanece y no es poco en el fulgor del aroma gris de medio invierno, donde, de que lugar proviene con tanta prisa va, un hombre en su lecho de mangas caídas. La caravana ruge al despertar de pie, asechando al tiempo restante, entre el follaje perenne del ombligo bullicioso, batalla cotidiana por el dominio de piel resquebrajada, bajo el azote intespeztuoso del ir. Venir en este viaje infinito al valle del que manan los caminos desafiantes, de horizonte cóncavo y anaranjado en estrepitoso atardecer de rebaños brillantes y la sequedad de su voz fría que destiñe en tinieblas al crepúsculo.

Próxima Estación

Adiós, y se perdió entre la gente. Un silbido indicaba el tiempo restante para continuar o bajar del carro y seguirla, una señora con bolsas delante, un hombre de corbata, engancha su bolso y ríen. Un poco más lejos su pelo se mezclaba con el cobre del pasamanos y se hundía en la escalera. Un silbido, uno más corto, la puerta se cierra y no la veo, menos dentro del túnel, avanzo por un camino de viajeros, pienso que me alejo lentamente de ella, que quizá en la próxima estación, si bajara, podría. Las luces me invaden, y el aparato con letras dice: Sagitario, amor, déjese llevar por su corazón.